miércoles, 30 de julio de 2014

Derechos

FALACIAS RECURRENTES II
Josué Díaz Moreno

Este artículo es la continuación de otro publicado en el  blog El Vendaval con fecha 10.01.2014.

Hace unas semanas saltaron las alarmas en Valencia por un supuesto caso de contagio por ébola que finalmente resulto ser falso. Un poco antes, Jean-Marie Le Pen expresó que la epidemia solucionaría el problema de la inmigración en tres meses.

Más allá de la malicia del personaje y de sus abominables declaraciones, conviene no ser hipócritas, y detenerse unos minutos a profundizar en el mensaje, pues me temo que encuentra en el auditorio no pocos receptores que si bien reprobarían a priori la macabra forma de contención, en último término estarían de acuerdo con el fondo de la cuestión: contener al inmigrante lejos de las fronteras patrias.

No en vano, las políticas de inmigración del gobierno se fundamentan en este principio. Para el PP, el fenómeno de la inmigración es abordado desde la doble dimensión del problema y la amenaza.

La Unión Europea, doble moral y política de contención.
La estrategia de la UE en políticas migratorias no se basa en garantizar derechos y libertades, en construir la paz y garantizar la soberanía alimentaria en los países africanos donde la vida vale menos que la muerte. No. La estrategia es mirar para otro lado, y, si acaso, profundizar en la expoliación y desigualdades favoreciendo, a través de la Agenda para el Cambio[1], nuevos mercados desregulados y liberalizados para la  internacionalización de las funestas multinacionales europeas, todo ello disfrazado de las bondades de la  Responsabilidad Social Corporativa y el humanitarismo.  

Pero, entonces, ¿no es la solidaridad uno de los cimientos fundamentales de la UE? No.

El asunto es que si se establecieran planes de desarrollo y ayuda concertados con los países del Sur, no condicionados y con garantías de reembolso justas, y se cambiaran las reglas del comercio internacional –soy consciente de lo ingenuo del planteamiento-, ello revertiría necesariamente en unas mejores condiciones de vida para la población de estos países, que en una situación de bienestar, optarían por disfrutar de sus familias y permanecer junto a los suyos en lugar de arriesgar la vida por tocar suelo europeo. Estos países, de pronto, contarían con una sociedad civil joven y fuerte, bien alimentada, con acceso a la educación y sobre todo, con tiempo suficiente para vivir, capaz de generar desarrollo y crecimiento endógenos, y de protagonizar procesos de democratización locales. Todo ello, por si a alguien se le escapa, implicaría irremediablemente el derrocamiento de las élites locales apoyadas por el Norte, la construcción de Estados Soberanos y la pérdida de privilegios del neocolonialismo europeo, de los que, por cierto, habría que pedir cuentas por las vulneraciones y atentados cometidos contra los DD.HH. Todo lo contrario de lo que interesa a Occidente.

¿Interesa pues la democracia a Europa? Poco o nada. Se constata, pues, que el otro pilar sobre el que se cimenta la UE, no es tampoco una aspiración universal para los Estados europeos.

España como Estado Policía y la osadía de entrar por la ventana.
La política migratoria europea no se basa en Tratados y Convenciones Internacionales de DDHH sino en Tratados Bilaterales, Directivas de Retorno y Leyes de Extranjería. La doctrina de la contención frente a la del humanismo, la democracia y la solidaridad. El símbolo de esta política es FRONTEX[2] como garante de los Derechos In-Humanos, macabro gendarme sepulturero de los millones de vidas perdidas en las costas del Sur de Europa.

En este marco, a España, como a Italia, le toca la putada de contener. A toda costa, contener. La clave está en eso mismo, en que parezca que contenemos con todas nuestras fuerzas, que estamos haciendo un esfuerzo hercúleo para salvar a la civilización occidental de la invasión africana, en aparentar estar al límite de nuestras fuerzas.

Los medios de manipulación del régimen se encargan de crear el clima de amenaza y alarma social. Nos hablan de cientos de miles de africanos que esperan al otro lado de la valla para invadir nuestro país. Si uno se fija, junto a las noticias de la inmigración, siempre suelen ponernos una noticia de la crisis económica que vende de manera oportunista la carestía que sufrimos en España. La intención es clara. Con lo mal que ya estamos, si sobramos la mitad, encima ahora que nos entren más.

Pero para contener no se han escatimado esfuerzos. La valla, de 12 kilómetros de longitud y presupuestada inicialmente en 33 millones de euros[3], se compone de dos elevaciones de 6 metros y una sirga tridimensional (especie de foso de hierros entre valla y valla con estacas de acero), cuchillas y alambre de espino, cámaras, focos deslumbrantes y sistema de agua a presión con pimienta. Además, recientemente se han reforzado efectivos de vigilancia y un sistema de malla antitrepa de última generación- ¿habrá que preguntar al Ministro si ha sido testada por Israel con los palestinos?

Todo ello porque si se trata de contener, nadie contiene mejor que nosotros. Y claro, cuando se va al límite se empieza a cagarla y a evidenciar las chapucerías de España como Estado Policía de Europa.

Pero lo realmente acojonante, es que nuestro Ministro, acabe explicando que no se trata de una cuestión de rechazo sin más, si no de entrar por la puerta y no por la ventana[4]. Acojonante señor García-Maragallo. Se lo diremos a nuestros amigos subsaharianos. Les diremos que antes de iniciar la travesía de cruzar  países jugándose la vida, a merced de mafias, desiertos y Señores de la Guerra, se lo piensen dos veces, y en vez de entrar de manera desordenada por la ventana, toquen a la puerta, que claro, el Estado español es muy hospitalario y todo el mundo tiene derecho a emprender una vida mejor en España. Eso sí, tocando la puerta, Ley de Extranjería mediante, que ahí es nada. Les diremos que soliciten el visado por estudios, o por turismo, o mejor aún, que esperen a la oferta de contingente de trabajadores que el Estado español, viendo el excedente de oferta de empleo existente, tiene previsto lanzar en Malí, Burkina Faso, Senegal o Etiopía.

El argumento de la  corrupción como exclusión de responsabilidades.
Es el argumento estrella. Resulta tentador, siempre queda a mano. No existe frontexseguidor que se precie que no haya recurrido a él para apoyar su argumentario. Vendría a decir: “Ellos –por las personas de origen inmigrante- son los responsables de su desgracia, tienen gobiernos corruptos…” y se quedan tan panchos.

Juzguen ustedes si la corrupción es una cuestión que afecta tan sólo a países tercermundistas. Tal vez radique aquí  radique nuestro error, pues en decencia lo de tercermundistas es una cima demasiado honorable para nosotros. Pero claro, lo que en nuestro país es soportable, en otros países es abominable. Y no olvidemos, que gran parte de las corruptelas de estos países tienen su origen en las ansias de poder de los nuestros y sus multinacionales.

Por otro lado, el argumento resulta desolador para nosotros mismos. Si el hecho de haber nacido en un país gobernado por políticos de medio pelo, que se dejan sobornar por empresas y abrazan la corrupción, limita tu derecho a buscarte la vida en otro país, no sé entonces qué van a hacer los jóvenes españoles que abandonan diariamente nuestro país en busca de un futuro que aquí se les niega.

Ventanas, évola y ciudadanía global. Lo que hay que comprender.
En el mundo actual globalizado, no se puede aspirar a la paz perpetua kantiana a través de repúblicas regionales blindadas, que por mucho que nos vendan, permanecen indemnes a los horrores, asesinatos y exterminios invisibles que padecen otros países, de los que son cómplices silentes o cooperadores necesarios. Es un error. Frente a ello, es imperativo hacer valer la dimensión de la ciudadanía global, comprender las interdependencias, solventar las asimetrías y desigualdades, repensar las fronteras y vencer la categorización nacionales-inmigrantes, ciudadanos de allí-ciudadanos de aquí. Se trata, en última instancia, de dotar, a este lugar llamado mundo, de un habitante de categoría trascendente llamado humanidad, devolverle el sentido que los de siempre se empeñan en negar. En materia de Derechos Humanos y Solidaridad, no caben medias tintas. La solidaridad o es universal, o no lo es.

Si mañana, como escribía Galeano, el Norte fuera el Sur, y en nuestras tierras el ébola o la pobreza amenazasen con borrarnos del mapa, condenándonos al mar como única salvación a nuestra muerte y la de los nuestros, comprenderíamos que cuando se trata de preservar la vida, la cuestión no es entrar por la puerta o la ventana, si no vencer a la muerte a toda costa. Lo dice uno que vivió en el Sur, en el de abajo, y vivió en otros el horror de saberse muerto por el hambre.




[1] Estrategia UE en materia de ayuda internacional al desarrollo de los países del Sur.
[2] Agencia europea creada en 2004 encargada de la gestión, apoyo y cooperación con los Estados de la UE para regular y fortalecer la política de fronteras exteriores de la UE.
[4] Declaraciones del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación García- Margallo a la prensa el 22.07.2014. 

jueves, 17 de julio de 2014

Derechos

POR UNA RENTA BÁSICA UNIVERSAL I
Los Derechos Humanos y la fabula de la cigarra y la hormiga

Josué Díaz Moreno

Repasando la sucesión vertiginosa de acontecimientos acaecidos durante el segundo trimestre del año, que no hacen sino evidenciar el cambio de paradigma en el que nos hallamos inmersos, relucen a viva luz debates nuevos y antiguos sobre los que, pese a las resistencias de los de siempre, se hace necesario profundizar. En mi entorno próximo, uno de los que más pasiones levanta es el debate sobre la renta básica universal.

Tratando de establecer una caracterización conceptual de los argumentos de sus detractores, encontraríamos:
  • Razones de liquidez, que sitúan el foco sobre la competitividad en un mundo de recursos limitados: “no hay dinero suficiente para todos”, que significa decir que el hombre es un animal competitivo y la exclusión de mis iguales es una condición consustancial a nuestra naturaleza que permite garantizar mi supervivencia, negando pues el principio de igualdad.
  •  Razones de productividad, que sitúan el foco sobre el colapso mismo del sistema. “Se generalizaría una cultura de la desocupación e inactividad”, equiparando la relevancia del ser al de una máquina y presuponiendo que el hombre es un animal vago y ocioso. En consecuencia, si nuestra esencia se define por lo que somos capaces de producir, negamos nuestra libertad.
  •   Razones de insolidaridad, que sitúan el foco sobre la categorización de los derechos como adquisiciones y méritos individuales, “hay que trabajar para ganarse las cosas”, “si yo debo trabajar para ganarme la vida, por qué pagar a otros con mis impuestos para que no trabajen”, “unos quieren vivir a costa de otros”. Ello supone la jerarquización de la especie humana, la constatación de una naturaleza lobuna y la negación del principio de la solidaridad.

Si nos detenemos en el análisis de las razones y lanzamos trazos de interconexión podemos aseverar bajo este planteamiento que: el hombre es un bien productivo, que en un entorno de recursos limitados,  compite como un lobo contra sí mismo y otros hombres por sus derechos, en una dinámica excluyente, donde yo, sólo yo, mi trabajo, mi esfuerzo y mis méritos, me salvan y me permiten adquirir mis derechos y disfrutar de unas condiciones de vida óptimas  que otros no han alcanzado por vaguedad, demérito y debilidad. Se trata de una simplificación que reduce el conflicto vital a una cuestión de cigarras y hormigas.

Todos estos argumentos, tienen como punto de partida y de llegada el paradigma neoliberal, que obviamente, sólo considera los derechos y las libertades desde la perspectiva de un enfoque materialista. La emancipación del ser se alcanza a través de la construcción de espacios de libertad negativa –dejar hacer/ no hacer- y de la deconstrucción de aquellos espacios de libertad positiva –hacer para que otros disfruten derechos y libertades. Fruto de esa competencia por la libertad individual como conquista frente a la libertad colectiva, los derechos serían una conquista de aquellos privilegiados que han salido airosos en el choque por el ejercicio de libertades. Retrocedemos pues a un escenario pre contrato social, en el que la humanidad, toda vez que se ha reinstaurado la  jungla, es una cuestión de lobos y lobeznos.

Frente a ello, considero necesario abrir el debate un poco más, aproximándonos desde el enfoque de los Derechos Humanos y la Economía Política. En este primer artículo lo analizaremos desde el campo de los Derechos Humanos.

Los Derechos Humanos como estándar de felicidad.
Para la civilización occidental, los Derechos Humanos constituyen el marco de convivencia sobre el que se garantiza la emancipación y la dignidad del ser. Es indudable que el disfrute y ejercicio de los Derechos Humanos favorece y proporciona elevadas dosis de felicidad, y que precisamente aquellas sociedades donde los individuos gozan de un marco estable y suficiente de satisfacción de sus derechos, los niveles de felicidad experimentados son mayores[1].

Ahora bien, en un mundo global capitalista regido por el paradigma neoliberal de la jungla y los lobos, con el eje cigarra-hormiga como kist de los nuevos horizontes distópicos, personas, familias y Estados quedan condicionadas por la interacción resultante de  interdependencias asimétricas globales y locales, donde la satisfacción material de los Derechos Humanos queda reducida a una simple cuestión presupuestaria, o peor aún, de liquidez, tal como nos han querido hacer creer el PP, el PSOE y la Troika tras la reforma del artículo 135 de la Constitución Española, propiciada por la presión y ataques de los mercados financieros a los Estados Soberanos; o si se prefiere una muestra más clara, en nuestra misma  Constitución se establece una jerarquización de derechos fundamentales[2].

Frente a ello, conviene recordar los principios definitorios de los Derechos Humanos y sus implicaciones: universales, irrenunciables, inalienables, iguales y no discriminatorios, interdependientes e indivisibles[3]. Los Derechos Humanos, son inherentes al ser y como tal, inmutables y ahistóricos. Ahora bien, la Declaración Universal de los Derechos Humanos debe considerarse como un corpus mínimo inacabado del reconocimiento de las diferentes generaciones de Derechos Humanos[4], fruto de procesos históricos de progreso y regreso conforme a utopías ascendentes y descendentes que tuvieron una intensificación manifiesta durante los siglos XIX y XX. Por lo tanto, conviene dejar claro que si bien los Derechos Humanos nos pertenecen, su satisfacción material y disfrute no nos ha venido dado, y si los ciudadanos de a pie no luchamos, los de siempre, nos los arrebatan.

Precisamente, el escenario europeo actual representa claramente un proceso de regreso en materia de Derechos Humanos, iniciado en la década de los 70, y de manera más acelerada tras la caía del muro de Berlín. El paradigma económico neoliberal ha ido erosionando progresivamente el Estado de Bienestar, modelo mejorable de convivencia pero que a pesar de todo proporcionaba elevadas dosis de satisfacción material de los derechos económicos, sociales y culturales a través de políticas sociales redistributivas y equitativas.

En este nuevo marco social y político globalizado, en el que la ciudadanía sigue definiéndose a partir de las rentas del trabajo, la solidaridad de los trabajadores ha sido la gran derrotada a escala global. En la gran dictadura de los mercados, los trabajadores del mundo compiten por una oferta a la baja de salarios  a cambio de la renuncia de derechos laborales. El dilema radica en ser competitivos a costa de los derechos conquistados tras siglos de lucha de clases. En este contexto, surge una nueva clase social, el precariado, que es a los trabajadores lo que la globalización financiera a los mercados y transnacionales, pero desde una lógica descendente y claramente distópica.

Los ciudadanos-trabajadores en precario se encuentran en situación de pobreza. Tener un trabajo remunerado no garantiza el bienestar, ni genera las capacidades para transformar la renta en acceso y satisfacción de derechos, proceso propulsor del desarrollo y la libertad[5]. Si quien trabaja bajo un régimen de precariado, en un contexto de elevación de los costes fijos de la vida, a pesar de haber renunciado a sus derechos para ello, no obtiene rentas suficientes para salir de la pobreza, se encuentra en una situación de gran vulnerabilidad. Se trata de un trabajo insuficiente, que no respeta la dignidad del trabajador ni contempla la satisfacción de sus necesidades humanas básicas, un trabajo en condiciones de explotación humana. ¿Podemos hablar entonces de formas contemporáneas de esclavitud o  de neoesclavitud?

Consecuencia, si el imperfecto modelo de Bienestar aseguraba elevadas dosis de satisfacción material de los Derechos Humanos, reduciendo las tasas de exclusión social y amortiguando y  mitigando las bolsas de marginación, con gran fluctuación y posibilidades reales de movilidad, en el modelo actual, las masas de sectores excluidos son cada vez mayores y las bolsas de marginalidad crecientes y con tendencia al estancamiento crónico [6].

Retomando la dimensión de estándar de felicidad atribuible a los Derechos Humanos, y analizándolo desde la óptica de la  masa creciente de trabajadores-ciudadanos en precario que no consigue satisfacer sus derechos, excluidos o marginados por el sistema, estaríamos experimentando un aumento significativo de los niveles de angustia e incertidumbre en nuestra sociedad. El nobel de economía, P.Krugman define la economía de la felicidad como la situación financiera familiar o personal que le permite al individuo tener la sensación de que puede  controlar las decisiones importantes que afectan a su vida y a su futuro, para lo cual el empleo es un factor decisivo por su doble dimensión de realización personal y de generación de rentas susceptibles de transformación para el acceso y disfrute de otros derechos[7]. Analizado desde esta perspectiva, nuestra sociedad de ciudadanos-trabajadores precarios, excluidos y marginados, es cada vez menos libre y por ende, más infeliz.

En conclusión, en la economía globalizada, donde el triunfo de la utopía descendente neoliberal impone la dictadura de los mercados y el aniquilamiento de su contrario, el Estado de Bienestar, la realización de los DDHH como estándar-medida de felicidad queda relegada a una cuestión de liquidez, rentas y competitividad, a los que la clase social de ciudadanos-trabajadores precarios, excluidos y marginados del sistema, en condiciones de neoesclavitud, no puede aspirar, padeciendo por ello grandes dosis de angustia vital y de infelicidad, produciéndose una generación constante de riqueza por arriba y una presión constante de pobreza por abajo, en lo que podría definirse como una contraemancipación o nueva alienación del ser en un proceso descendente que aspira a la consumación del no ser o el hombre-producto.

Es en este contexto socio político donde hoy tiene sentido hablar de políticas de renta básica universal. Se trata de un derecho-condición, que tiene su fundamento en los principios de los Derechos Humanos, de una garantía material necesaria para que las personas puedan acceder al disfrute y ejercicio de sus Derechos Humanos en condiciones de igualdad y con ello ser más felices.

El alcance y extensión de este derecho debe ser el que permita la satisfacción de un contenido mínimo esencial, que se corresponde con el núcleo duro irrenunciable de cada derecho. Si apostamos por seguir renovando el contrato social, cualquier marco regulador de la convivencia debería incluir políticas de renta básica universal que garanticen una satisfacción material y no meramente formal de los Derechos Humanos. A menos que queramos vernos inmersos en un proceso de retroceso hacia la jungla, donde el hombre es un lobo para el hombre y compite por los recursos, simplificando todo a una verdad construida de mentiras bajo la fábula de la cigarra y la hormiga.

Finalmente, conviene recordar que el fundamento último de la dignidad humana reside en un nosotros, en la coexistancia, en la vida en sociedad. Lo que dota de sentido a nuetra existencia es precisamente tener semejantes con los que interactuar y desarrollar nuestra naturaleza, compartir vivencias, emociones, razonamientos, etc. Si optamos por la jungla y aspiramos a marginar a nuestros semejantes, debemos ser conscientes que rebajamos no sólo la dignidad de los otros, si no también nuetra propia dignidad, pues el hombre es un animal social, que diría Aristóteles, y si la sociedad que construimos es claramente insostenible y excluyente, nuestra humanidad queda gravemente cuestionada.




[1] Según la ONU, los países que ostentan tasas de felicidad más elevados son Dinamarca, Noruega, Suiza, Holanda, Suecia, Canadá, Finlandia, Austria, Islandia y Australia.
El indicador se construye a partir de tres factores: bienestar, esperanza de vida y huella ecológica, incluyendo los criterios de percepción de la corrupción, ejercicio de libertades, derechos sociales, ejercicio de la solidaridad. Habría que alejarse hasta el puesto 38 para encontrar a España, por cierto por detrás de países como Venezuela.
[2] La C.E. de 1978 ofrece un estatus garantista y de mayor protección a los derechos civiles y políticos frente a los derechos económicos, sociales y culturales, cuya presencia queda relegada a la información de las políticas económicas y sociales. En la misma dirección, los primeros tienen reserva de ley orgánica y son justiciables ante el TC, los segundos simplemente tienen reserva de ley y son justiciables únicamente cuando una ley los desarrolle.
[3] Artículo 28 DUDDHH: “Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos.
[4] Derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, derechos de los pueblos a la autodeterminación, derechos de colectivos (feministas, menores, personas migrantes,…) derechos de titularidad colectiva (a la tierra, al medio ambiente, a la solidaridad, al desarrollo, a la paz, etc.) y derechos al control de cuerpo y organización genética de uno mismo, en línea con avances científicos y tecnológicos.
[5] Teoría de las capacidades, A. Sen.
[6] Según datos de Cáritas, el espacio de hogares en situación de exclusión social en España ha crecido desde el 16.3% en 2007 hasta el 25.1% actual.
Actualmente hay en España 3 millones de familias en situación de pobreza severa (menos de 307€/mes) y 700.000 sin ningún tipo de ingresos. Hay 13 millones de personas en situación de exclusión y 5 millones de personas en situación de exclusión severa.
[7] Paul Krugman, “Acabad ya con esta crisis”, 2012, Madrid, ed. Crítica.

jueves, 10 de julio de 2014

UN RETRASO MÁS SIN IMPORTANCIA

Josué Díaz-Moreno


El 15 de mayo se iniciaron las obras en la Plaza Madrid y la Avenida de Andalucía de Almuñécar. Inicialmente se previó la finalización para el 30 de junio y como muchos presagiaron, estamos ya en sanfermines y todavía no ha podido el Presidente de la Mancomunidad tirarse la foto de rigor inaugurando las obras.

El inicio de  las obras fue algo controvertido y con la experiencia de Gamonal, más de uno dudó desde aquel lado. Primero estaba la objeción por el momento elegido.  En plena primavera y con el verano a las puertas, el fantasma del pasado, cuya sombra es alargada y pesa toneladas en este pueblo, planeaba sobre la memoria de muchos de los vecinos y comerciantes. Segundo, la cuestión de la participación de los vecinos y el preaviso, pues el Gobierno del PP contraponía a lo primero que se había dialogado con todos los vecinos y comerciantes de las zonas afectadas. A mí me consta que no fue del todo así, pero en beneficio de la duda, pensemos que algunos vecinos se ausentaron casualmente durante la ronda abierta de consulta vecinal que realizó el gobierno. Finalmente, la cuestión de las empresas ejecutoras y la mano de obra local. Se nos dice nuevamente que  al  tratarse de una obra ejecutada por Mancomunidad no hay nada que hacer, pero en cambio, tras la nueva adjudicación efectuada para agilizar las obras, el Ayuntamiento comunica que ha logrado adjudicar una parte de las obras a una empresa local. Buena gestión que vendría a confirmar que anteriormente no se venían haciendo todos los esfuerzos posibles en esta dirección.

Navegando por las rede sociales, encontraba fotos y comentarios entre los que se aprecian tres bloques argumentales: el bloque de los benavidistas, el bloque de los peperos y el bloque de los ciudadanos no alineados. El primer bloque, partido principal en la oposición, critica lo objetivamente criticable (incumplimiento en los tiempos de ejecución de unas obras), a lo que el segundo grupo, partido en el gobierno, contraataca con la política del y tú más, es decir, inundar las redes de fotos y recuerdos de los descalabros pasados del gobierno benavidista. Lo mismo ha pasado con el caso Gowex, donde ambos grupos han intercambiado reproches con Jenaro García Martín y Ruíz Mateos como cromos chapuceros de sus coleccionables de desgobierno.

No es algo nuevo. El eje del debate político en  Almuñécar hace tiempo que se convirtió en una dialéctica que se define, más que por la afirmación y puesta en valor de las capacidades propias por la negación de las capacidades contrarias. Los esfuerzos se dirigen a evidenciar-rememorar las cagadas ajenas para echar tierra sobre las propias. Este marco de lucha de contrarios hace que gobernar no sea muy complejo, pues en la práctica, gobierne quien desgobierne, la vergüenza moral y la responsabilidad política siempre acaban desplazados del eje central del discurso, porque el margen de fracaso es amplio y siempre se puede bajar más en la escala de la mediocridad.

En este escenario, los miembros del tercer bloque, la ciudadanía no alineada, observan el debate con hastío y cansancio. Unos acaban resignándose y aceptan la política del mal menor. Otros, en cambio, nos resistimos a transigir, y pedimos resituar el problema en su centro de gravedad: depurar responsabilidades y tomar lecciones aprendidas para mejorar, para que Almuñécar sea gobernada mirando hacia el futuro, y no hacia el de enfrente,  generando progreso con techos de excelencia y no bajos fondos de mediocridad.


Pero tal vez sea uno demasiado bobo, no exista una paz social arrebatada-reconquistada, polaridad ni grupo de ciudadanos no alineados. Tal vez la única lección aprendida sea la importancia de no ausentarse de casa en momentos cruciales. Eso, o repensar lo de Gamonal seriamente para la próxima. Pero desde este lado.

viernes, 2 de mayo de 2014

Opinión

Stop Hoteles

 

Francisco Fernández


‘En Granada no cabe ni un hotel más. Sobran casi la mitad de los hoteles. Es necesaria una moratoria en la construcción de plazas hoteleras.’

Quien así se expresaba en los medios de comunicación el 8 de abril de 2014 no era un izquierdista o un ecologista trasnochado, sino el Presidente de la Asociación Provincial de Hospedaje de Granada. Gerardo Castilla explica que ‘lo que tenemos que hacer es rentabilizar las que tenemos, no abrir más plazas hoteleras.’

Seis días después, el Presidente de la Federación de Empresas de Hostelería y Turismo, Trinitario Betoret, hace la misma reflexión y señala la inconveniencia de construir nuevos hoteles cuando muchos de los que hay no son rentables.

Las palabras de estos dos representantes del sector ponen de relieve algo que, desde Izquierda Unida, venimos señalando hace bastante tiempo. No tiene ningún sentido abrir nuevos hoteles cuando muchos de los que ya tenemos cierran seis o siete meses al año y andan recortando plantillas o utilizando de forma abusiva los contratos por horas que ofrecen las Empresas de Trabajo Temporal.

En nuestro municipio, Almuñécar, el debate tiene especial relevancia. Gracias a una intoxicación tremenda por parte de algunos grupos ligados a la especulación, el conjunto de fuerzas políticas y sociales, con honrosas excepciones, ha conseguido que buena parte de la ciudadanía identifique progreso con construcción de más y más hoteles.

El debate es falso e interesado. En Izquierda Unida estamos completamente de acuerdo en favorecer la construcción de instalaciones hoteleras que atraigan turismo y creen empleo. Pero es una falacia afirmar que los problemas de paro que hay en el municipio son achacables a la falta de instalaciones hoteleras. Mirando a Marbella, por ejemplo, podemos ver cómo se pueden dar tasas elevadas de paro y una planta hotelera enorme, que permanece infrautilizada buena parte del año.

Por eso, tienen especial relevancia las declaraciones de los responsables empresariales del sector, que han puesto uno de los dedos en una de las llagas.

En el municipio sexitano hay cerca de dos mil plazas hoteleras que están cerradas medio año porque no tienen clientes. Mientras no acabemos con la estacionalidad, la situación seguirá igual. La obligación de las empresas hoteleras y de las administraciones es colaborar para que el municipio sea atractivo todo el año y no sólo en verano.

Pero es que, dejando a un lado el problema de los hoteles que cierran medio año por falta de negocio, hay un buen número de hoteles que sacan adelante el año con índices de ocupación que dejan mucho que desear y que sobreviven gracias al turismo bonificado de las personas mayores, un turismo que deja poco dinero pero que permite a ciertos hoteles seguir abiertos y mantener una parte importante de la plantilla.

Oyendo las declaraciones habituales de hoteleros y gobernantes, parecía haberse llegado a un curioso consenso en demandar el crecimiento ininterrumpido de la oferta hotelera. Siempre he creído que esta postura era contraproducente e irracional. No me imagino, es mi razonamiento, a un taxista pidiendo que se den más licencias, o al propietario de una farmacia, pidiendo que se abra la mano para establecer más negocios que le hagan competencia.

No es éste un sector regulado como el taxi o las farmacias. Y no debe serlo. Pero estas declaraciones de los máximos responsables del sector turístico han de ser tenidas en cuenta por las administraciones.

Como bien decía el Delegado Provincial de Turismo, no es competencia de la administración autonómica dar licencias de obras o de apertura, un terreno reservado a los ayuntamientos.

Quizá no se trate tampoco, como piden estos responsables del sector empresarial, de prohibir la apertura de nuevos establecimientos. Parece más lógico que sea el propio sector el que se autorregule invirtiendo o dejando de invertir en función de unas expectativas reales.

Pero sí podríamos estudiar la conveniencia de que, llegados a esta situación, las administraciones se plantearan si tiene sentido seguir dando incentivos y cuantiosas bonificaciones a la implantación de nuevos negocios hoteleros. Al fin y al cabo, esos incentivos, esas bonificaciones y subvenciones salen del bolsillo del contribuyente, por lo que cabría preguntarse si es lógico gastar dinero en la ampliación de un sector ya de por sí sobredimensionado.

Podríamos dedicar ese dinero a la mejora de lo que ya existe, ligando las ayudas a la creación de empleo estable y cualificado.

Podríamos dedicar ese dinero apoyando a las administraciones locales para que potencien la oferta turística mejorando la limpieza de los pueblos, aumentando la oferta cultural, cuidando el patrimonio artístico e histórico, mejorando los senderos peatonales… y un largo etcétera que está en la mente de todos.

Concluyendo, es hora de revisar viejos clichés y asumir que el desarrollo de nuestro turismo no pasa por aumentar el número de hoteles sino por conseguir que abran doce meses aquellos que tenemos cerrados medio año y por mejorar la calidad de nuestras instalaciones y equipamientos, tanto públicos como privados.

Francisco Fernández
Responsable de Comunicación
IU Almuñécar

jueves, 3 de abril de 2014

Toma la Palabra


Josué Díaz Moreno

EN DEFENSA DE LA MILITANCIA SOCIALISTA
CARTA A JUANI BOTO

 Estimado Juani,

Con el mayor de los respetos hacia su opinión y hacia la formación política por la que trabaja, quisiera plantearle algunas reflexiones al artículo que ayer se publicaba en El Vendaval, y de manera más extensiva, a la línea discursiva con que viene colaborando en este blog desde que naciera meses atrás.

Comparto el punto de partida (indignación con la situación política actual, secuestro de la democracia) y de llegada (necesidad de una política con mayúsculas y de una ciudadanía activa para acabar con la política de gama baja centrada en intereses personales) de su análisis. De la misma manera, creo que compartimos el rechazo hacia ciertas formaciones políticas y personajes de este pueblo. Pero, por las razones que a continuación expongo, difiero en algunos de los puntos intermedios de su discurso, sobre todo en cuanto a la crítica que dirige a la militancia socialista. Veamos.

En primer lugar, a mi juicio, peca usted de cierta soberbia al pretender detentar el monopolio de la verdad, pues olvida, que, partiendo de corrientes varias de la epistemología y la gnoseología, todo objeto de conocimiento quedaría siempre condicionado y transformado por el sujeto de conocimiento. Es decir, no existe la verdad pura, sin más. Partiendo de esta premisa y sin ánimo de transitar los horizontes filosóficos de D. Hume, quisiera invitarle a que analizara conmigo las siglas del partido que defiende, desde posicionamientos libertarios y anarquistas. Por ejemplo, le invito a la lectura de politólogos de contrastada valía como Carlos Taibo, que no duda en definir a IU como partido atrápalotodo (en alusión a un distanciamiento de planteamientos más radicales que les permite alcanzar un mayor rédito electoral entre simpatizantes de izquierda más moderados), que también haría el tipo de politiqueo interesado al que usted alude en su artículo, manteniendo a flote las miserias de los sindicatos mayoritarios y abonando el camino de hipotéticos pactos con el PSOE. Taibo, recuerda que IU permutó a nivel discursivo el termino comunismo por el oxímoron socialismo democrático (en palabras del autor, primo hermano de la socialdemocracia, o como mucho de una socialdemocracia radical); que la coalición de izquierdas se beneficia del cansancio y el hastío de muchos votantes de la izquierda desencantados con el PSOE, que ven en IU la opción menos mala, pero no terminan de comulgar con sus planteamientos y por ello no fidelizan su compromiso (valga el ejemplo del efecto del voto útil). Por último, también critica el autor el efecto tapón que juega IU con los movimientos sociales, generando una malla absolvente y acaparadora[1].

Sin que coincida con todos los planteamientos de Carlos Taibo –que ello le quede claro-, lo que pretendo es que entienda usted que no detenta el monopolio de la Izquierda, ni menos de la verdad, y que en muchos casos, esa verdad, depende del punto desde donde se enfoque la realidad. Confío en que haya sido capaz de expresarme con claridad y las pasiones no le lleven a confundir esta primera reflexión.

En segundo lugar, quería plantearle una reflexión desde el pluralismo político y el eclecticismo analítico, huyendo de la pureza ideológica que usted tiene el orgullo de exhibir, pero que entenderá, no sería sano ni enriquecedor que replicáramos todos, salvo riesgo de querer rozar las fronteras del pensamiento único y el totalitarismo, que lo largo de la historia los ha habido de distintos colores con nefastos resultados para la humanidad. Analizando exclusivamente la militancia de base, estará conmigo en que ni los simpatizantes de IU son los únicos militantes de Izquierda, ni todos los simpatizantes del PSOE son necesariamente de centro. A partir de ahí, pienso yo, uno puede leer y comulgar con Marx (en todo o en parte), ser cristiano, estar casado por la iglesia, no tener antepasados republicanos, tener una empresa, y considerarse votante y militante de Izquierda, independientemente de si vota al PSOE, a IU o IA. No veo la incongruencia, siempre que desde el día a día se luche por las causas socialistas con pasión e integridad. Confío en que entienda esto y no arremeta nuevamente con el discurso del cinismo y las lecciones de buena izquierda y ética kantiana, dirigido contra militantes de base, porque estaría usted dejando fuera del discurso a personas de gran valía como F. Houtart o Paulo Freire, por citar algunos ejemplos dentro de ese pluralismo enriquecedor.

Entenderá, por tanto, que haya militantes y personas que no compartan su enfoque monocorde de la realidad, y particularmente, me sienta incómodo cuando se presenta y dirige a nosotros, los militantes de base del partido socialista, dando lecciones de moralidad, pues creo que genera un triste efecto excluyente y ortodoxo, más propio de postulados de otras fuerzas políticas, y que dicho sea de paso, tampoco creo que le haga bien a las siglas del gran partido para el que usted trabaja donde, precisamente, el pluralismo y la riqueza de opiniones son parte de sus señas identitarias y de sus principales fortalezas. No obstante, si sigue insistiendo por esa línea, estaré encantado de tomar un café con usted, curriculum vitae en mano, para que examine la pureza de mis valores y mis postulados, si así lo desea y le ayuda a dormir más tranquilo y alejar ciertos fantasmas que parece, le rondan en torno a el grueso de compañeros y militantes de base que, como yo, confiamos en que es posible hacer política con mayúsculas y de izquierdas, desde el PSOE. Se lo digo con el mayor de los respetos, créame, tan sólo, para que termine de entender que nadie es mejor que nadie, y que las siglas, no determinan al individuo, ni al todo, ni por ser uno militante de un partido queda condenado al determinismo existencial.

En tercer lugar, decirle que comparto gran parte de su crítica a los errores del PSOE (como verá no tengo ningún pudor en reconocerlos), y como militante de base, desde el trabajo diario, trato de luchar por un proceso de renovación, reafirmación y reencuentro identitario con los valores y los principios que hacen grande al partido socialista para que vuelva a ser una herramienta de transformación social y progreso. No obstante, no quiera usted cargarnos con todos los pecados del mundo a los militantes de base, que Jesucristo sólo hubo uno, y los fracasos y virajes erróneos son decisiones, en la mayoría de los casos, de las élites políticas a las que no defiendo ni trato de justificar, y no de la base militante que, en cualquier caso, ha sabido ejercer su voto de castigo cuando ha correspondido, y del que por cierto, IU ha salido beneficiada. Y no olvide, que si hablamos de miserias políticas y politiqueos de las élites, por desgracia, en IU también las ha habido (no tema admitirlo), sin que sea mi intención espolearlas aquí, pues no encuentro valor en ello, si queremos aspirar a la Izquierda como alternativa a esta derecha que nos ahoga, y a la que por cierto, usted se acerca con su intransigencia, recordándome la expresión de Cospedal “es el PP o la nada” (entiéndase el paralelismo).

Finalmente, Juani, aclarándole sus dudas sobre la militancia interesada del PSOE, otro de sus prejuicios de parvulario, le diré que en mi caso, no hay mayor interés en la política local que el de aportar y contribuir desde mis experiencias a transformar la realidad. Realidad, permítame decirle, que es más mucho más compleja que una frase o unas siglas políticas. Este es uno de los aprendizajes que, tras haber residido y trabajado por largas temporadas en 6 países diferentes (4 de ellos del Cono Sur) y transitado por otros 3 (turismo aparte), arriesgando en no pocas ocasiones mi vida, entregado a utopías sociales en defensa de los Derechos Humanos, tengo por premisa. Es lo que tiene, a mi juicio, transcender el localismo, que uno aprende de la práctica, de los modelos reales, de los fracasos, del sufrimiento y las muertes ajenas, y amplía un poco la amplitud de miras por encima de los dogmas, que no siempre sirven para socorrer a las personas, y entonces, algunas tesis se vuelven cuestionables, y se aprende a ser transigente y autocrítico, sin que por ello se abandonen las utopías, se traicione a uno mismo ni se sienta menos auténtico. Entenderá pues, que trate de avanzar en mis utopías desde el día a día, atendiendo más a los modelos, a las personas y sus actos, que a las ideologías.

Siempre he profesado un profundo respeto por el partido para el que trabaja y por los compañeros de su partido, personas que usted cita en su artículo, cuyo compromiso e integridad han sido modélicos desde la adolescencia. Y me consta, que con algunos de sus compañeros la consideración es mutua, lejos del desprecio y la superioridad moral con que usted tiene por pasatiempo juzgar a los militantes de mi partido. En mi caso, prefiero quedarme con ese respeto y esa pluralidad del gran partido que es Izquierda Unida, más que con sus empeños de magistrado inquisidor, más propios del Comité de Salvación Pública del periodo de la Convención revolucionaria francesa.

Por difícil y agotador que le haya sido, confío en que, llegados a este punto, haya entendido que cada uno lucha y encuentra sus causas donde considera. Que personas como yo decidan activar su compromiso y su lucha por otro mundo posible desde la militancia en el PSOE, es una opción legítima. Reconociendo, con todo, que pueda ser equivocada a juicio de otros, en mi caso, tengo la certeza de hallarme en el sitio que me corresponde, sin tener la necesidad de andar comparándome constantemente con otros para construir y afirmar mi identidad. No se empeñe, por tanto, en hacernos dudar, por favor, que empieza a resultar cansino y, sobre todo, obsesivo. Respete a los demás y no se sienta superior a nadie, que no lo es, ni pretenda tampoco detentar el monopolio de la verdad, que nadie la tiene.

Confiando en que haya sabido explicar mis planteamientos, disculpándome por la extensión de la misiva, doy por cerrado de mi parte este desgaste dialógico,  y le hago un guiño cariñoso para que empleemos nuestras energías en la construcción de propuestas que nos acerquen hacia un horizonte compartido de Izquierdas que considero posible y siento necesario para Almuñécar.

Reciba un cordial saludo,

Antonio Josué Díaz Moreno
Militante de base del Partido Socialista Obrero Español

PD. Revise la cita sobre la verdad y la revolución, pues creo que sus compañeros la habrán utilizado parafraseando a Lennin, autor de la misma.



[1] Carlos Taibo, Su crisis y la nuestra. Catarata, Madrid,  2010.




miércoles, 2 de abril de 2014

Toma la Palabra


El cinismo y la mentira, enemigos de la democracia

Juani Boto

Ando bastante cabreado últimamente con declaraciones y acciones que, a distintos niveles, me retuercen el estómago al igual que hace un cólico o un pellizco en la barriga de los que da el graciosillo de turno. Me explico.

Dicen mucho mis amigos Diego e Iván eso de “la verdad es revolucionaria”, y visto lo visto, en los tiempos que corren, tienen más razón que un santo, pese a no creer en dichas figuras eclesiásticas. Parece que ir con la verdad por delante cuesta muchísimo y no es complicado entender que la mentira se suele utilizar para atender a unos intereses. Es habitual mentir en lo personal, pero ahí que cada cual valore el grado de mentira que quiere aceptar en la gente que le rodea. En política, no podemos ni debemos aceptarla.

Cuando hablamos de política, hablamos de debate. Debate sobre qué modelo de sociedad queremos, qué modelo de pueblo queremos, que nuestros recursos sean gestionados públicamente o por organismos privados llamados empresas que sirven para que sus dueños ganen dinero -no lo olvidemos-, sobre si entendemos que en nuestra calle debe haber una farola o si debe arreglarse la que hay, o simplemente porque queremos poner remedio a que las calles parezcan campos de minas, que no estén llenas de mierda, vamos.

Otra cosa sería la politiquería, cosa que va ligada a la política y, en realidad, a todos los aspectos de la vida, lo que pasa es que en otros ámbitos se le suele llamar de otra manera.

Aquellos que utilizan la politiquería como arma para hacer política, suelen ser personas que por lo general pretenden llenarse la cartera gracias al ejercicio de las funciones en la vida pública, sean políticos, técnicos de la administración o aspirantes a ser cualquiera de las dos cosas. Hay muchas pruebas de ello con nombres y apellidos. Por otra parte están los que se conforman con recoger las migajas que dejen los anteriormente nombrados, pero el papel de estos se suele reducir a hacer méritos ante los susodichos.

Como soy una persona a la que le cuesta expresarse con facilidad y claridad, me gusta poner ejemplos para intentar explicar lo que quiero decir, otra es que consiga hacerlo bien. Así que voy a desarrollar el título del artículo.

En la noche del sábado se me ocurrió la genial idea de poner un programa de debate político en el que aparece un impresentable que dice ser periodista y que además es director de un medio de desinformación. Debatían sobre la propuesta de Botella de restringir el centro de Madrid para que las manifestaciones no se desarrollen allí. Tanto el impresentable, como los políticos del PP que aparecían en un vídeo, utilizaban la frase-argumento siguiente: “las libertades de unos se acaban cuando empieza la de los demás”

Los mismos que cacareaban esa frase son los que pisotean la libertad y el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, la libertad de acostarnos con y quien nos parezca, los mismos que pisotean los derechos de los trabajadores, pensionistas, jubilados, autónomos, dependientes, los mismos que pisotean la sanidad y educación públicas; en definitiva, pisotean a la mayoría social de este país y lo que es de tod@s. Sin embargo, pretenden culpabilizar a las víctimas, a aquell@s que no nos resignamos a ser pisoteados, argumentando que coartamos la libertad de no sé quién.


Esto es normal, tanto el impresentable del tertuliano, como el PP, representan y defienden unos intereses contrarios a los nuestros, los de una minoría. Lógicamente cuando llevan a cabo cualquier tipo de política, no nos van a decir “queremos hacernos más ricos a vuestra costa, y para eso es también necesario controlaros

Para mi, esto resulta más sangrante cuando el cinismo y la mentira provienen, a mi entender, de la mal llamada izquierda. Que no quepa duda de que me refiero al PSOE, culpable junto al PP, de favorecer a la banca, eléctricas, Iglesia, desahucios, de hacer reformas laborales que suponen verdaderos atentados contra l@s trabajadoras y trabajadores, de retrasar la edad de jubilación, de vender nuestros recursos y patrimonio, de privatizar la sanidad y educación, de reformar la constitución para pagar a los bancos antes de que la gente coma; en definitiva, y como he dicho anteriormente, culpables por defender unos intereses contrarios a los de la mayoría de este país.

El último caso lo tenemos en el Parlamento Andaluz, donde PSOE Y PP vuelven a juntarse para defender el artículo 135 de la Constitución que ellos reformaron en una semana, sin contar con la ciudadanía, ni siquiera con los grupos parlamentarios –y eso que la Constitución era sagrada- y que nos lleva al abismo.

Todo eso se escenifica a nivel municipal a través de sus agrupaciones locales, que no paran de presentar mociones para, como yo digo, lavarse la cara, ya que, o no sirven para nada, o pretenden desviar la atención o la responsabilidad, queriendo hacer ver a la ciudadanía que nos defienden, como si estuvieran en contra de las decisiones de esos partidos que ellos sustentan con su militancia.

Si están en contra de los desahucios, de que rescaten bancos o autopistas, de atentados laborales y de todo lo que he señalado anteriormente, por favor, no colaboren más con esas organizaciones, no sean partícipes de esta sinrazón; si no, entenderemos que están en política para recoger las migajas que en lo local pueden meterse en el buche, gracias a unas siglas con historia que nada tienen que ver con las de su fundación, y todo, gracias al asentamiento del bipartidismo, fruto de una ley electoral injusta que nunca han querido tocar.

Ya, si hablamos de los que se creen dueños de Almuñécar, es el no va más de la sinvergonzonería. No paran de culpabilizar a los demás de los desastres que ellos mismo han creado, uno tras otro.

Ya se ha demostrado que el acuario es un desastre de construcción desde su inicio, con pruebas que afirman que desde hace años está haciendo aguas, que, además, nos ha estado costando más de 300.000 euros al año, más los arreglos; las cuentas demuestran que Peña Escrita es una tumba de dinero público sin efecto ninguno para la ciudadanía; bueno, si, el de que nos cueste ingentes cantidades de dinero; un mercado con varios informes que dictaminan que hay vicios ocultos en su construcción y que los arreglos posteriores tampoco han servido para nada; millones de euros tirados en dos parkings que están vacíos prácticamente todo el año, más el perjuicio causado a los negocios de la zona gracias a los tres años que han estado los hoyos abiertos; y para colmo, técnicos-políticos que han sido condenados por compatibilizar su trabajo municipal con el privado; uno de ellos se ha hecho un chalet de 700 metros donde sólo se podían construir 100, lo que no le impide dar lecciones de ética un día si y otro también.

Esto parecería de locos si no supiéramos que en realidad estos discursos, estas huidas hacia adelante, responden a la voluntad de seguir defendiendo intereses particulares en detrimento de los de la mayoría.

Es hora de informarse, de no dejarse engañar por gente que quiere hacer politiquería y no política, que no duda en utilizarnos para beneficio propio o de terceros, y que su única utopía o aspiración es vivir a tutiplén a costa de los demás, de lo público, de lo que es de tod@s.


Es la hora de que la ciudadanía coja el rumbo propicio y adecuado para conseguir el bienestar de tod@s, es la hora de la política.

viernes, 28 de marzo de 2014

Fotografía Ciudadana


Ayer hubo 50 manifestaciones en el país: mineros, astilleros, estudiantes, ... todos clamando y exigiendo un cambio en las políticas por un ....




Hoy hay concentraciones en toda España contra la Ley Wert y los recortes en educación. Hay que salir a la calle a luchar por nuestros derechos si queremos construir un mundo donde todos tengamos cabida.

L.M.